Este sábado la población de La Florida, en el Vicariato Apostólico de San Ramón en Perú, vivió la alegría de la santidad reflejada en la nueva beata de la Iglesia Católica, la “Hermana Aguchita” -mártir María Agustina de Jesús Rivas López-. Su fiesta litúrgica será celebrada cada 26 de septiembre en los lugares y modalidades establecidas por el Derecho Canónico.
“En ella, el martirio no fue una improvisación sino el holocausto final del amor a su vocación”, dijo el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida, y Administrador Apostólico de Caracas (Venezuela), enviado del Papa Francisco a la selva central peruana para presidir esta ceremonia.
La religiosa reconocida desde hoy como Beata, fue asesinada en 1990 por un grupo terrorista, por odio a la fe mientras cumplía con su misión pastoral en la Amazonía.
Semillas de paz y de amor
“Esta Palabra de Dios, proclamada hoy aquí, se cumple, en nuestra santa, y debe cumplirse también en todos nosotros, llamados a ser fieles seguidores desde estas lejanas tierras de la inmensa selva amazónica, marcados con el sello del amor en todo nuestro ser, físico y espiritual, para seguir siendo, semillas de paz y de amor que se irradien y extiendan por el mundo entero”, expresó el Cardenal Porras en su homilía.
Recordó el cardenal Baltazar Porras que la Hermana Aguchita, “cargada de años, virtudes y añoranzas, aceptó gozosa la obediencia de ser misionera en el Vicariato de San Ramón, a pesar de sus achaques. No lo rehuyó, sino que lo asumió con alegría y entusiasmo”.
Aguchita, mártir de la misericordia
La hermana Agustina Rivas, más conocida como Aguchita, fue religiosa de la congregación del Buen Pastor, cuyo nombre original fue Antonia Luzmila Rivas López, fue asesinada por el grupo Sendero Luminoso, el 27 de septiembre de 1990, mientras cumplía su misión pastoral en el pueblo Ashaninka en la selva central del Perú, en la localidad de La Florida.
Aguchita consagró su trabajo a la asistencia en salud, educación y social, principalmente a mujeres, a quienes las promovió a través de proyectos de capacitación productiva, organizando clubes juveniles y catequesis familiar en las comunidades rurales del pueblo del Valle del Yurinaqui, en el departamento de Junín.
El 22 de mayo de 2021, el Papa Francisco aprobó la beatificación de Aguchita por haber dedicado su vida al servicio de Dios y ayudar a los más pobres, en un período de guerra y violencia social en Perú.